domingo, 23 de noviembre de 2008

Los pequeños placeres II

Leer y escribir son mi paraíso durante los fines de semana. Mi casa a solas. El silencio de las cosas.

A mis padres les cuesta comprender este amor mío por el hogar. ¿Por qué no voy afuera? ¿Por que no comparto noches de sábado con amigos, como la gente normal?.

Pues, porque no me gusta la noche, y me descoloca regresar en las mañanas de domingo. El día tácito, a sueño limpio.

Yo prefiero un buen libro, mi PC donde escribir (ya me desacostumbré al puño y letra, desgraciadamente); y salir con amigos, si, durante el día, de vez en cuando.

Entre trabajos y facultades, ambos están ocupados. Soy mujer de pocos amigos, pero me integro activamente a grupos.

No me engaño diciendo, o presumiendo de esta cualidad; que todos son mis amigos, porque no es cierto. Congeniamos, siempre me he llevado bien, nunca un problema, no más allá del estudio o el trabajo.

Ser amigo, es diferente. Único, especial, incomparable. No podría tener infinidad de amigos, porque no me alcanzaría el corazón para cobijarlos como se merecen. Es fácil ser un buen compañero mío, pero sumamente difícil ser amigo.

Duele, a veces, que carezcamos de tiempo para vernos. Allí es donde aprecio otras pequeñas cosas que hacer con mi tiempo libre, durante el fin de semana:

Redactar imágenes, críticas o pequeñas historias que me vengan a la mente, tomar un buen té a las cinco de la tarde, mientras veo cine europeo, leer (y terminar) libros; salir sola, caminar…. Y escribir la vida como se me dé la gana (durante el fin de semana) sin estructuras, horarios ni obligaciones que cumplir.